Conquistar a las nuevas generaciones ha sido todo un reto para las marcas, sin duda, ellos desean adquirir productos y servicios que rompan el molde y respondan a necesidades que favorezcan el medioambiente y causas sociales. En ese sentido, apareció un nuevo fenómeno, reciente y prometedor, que emerge del sector de la moda: el fashion sharing, que no es más que el alquiler de prendas de ropa.
Vale la pena resaltar que esta tendencia ya se había consolidado desde hace años en algunos segmentos como la moda nupcial. Desde una perspectiva diferente, la cual unifica la sostenibilidad, el marketing experiencial, el deseo de productos de lujo y, sobre todo, el auge de nuevos consumidores, situados en la generación millennial, quienes ya no están interesados en “poseer” si no en “disfrutar” de prendas, tal como hacen cuando comparten un coche o van de vacaciones usando Airbnb.
Al respecto, Mireia González, Directora del Máster en Dirección y Creación de Marcas de Moda de ESdesing, informó: “Las marcas ecológicas más vanguardistas ya están usando el Fashion Sharing o rental como línea de negocio, ya que se produce menos (trayendo menos impactos al medioambiente), se aumenta la usabilidad de cada producto y se llega a un nuevo grupo de consumidores; los cuales no quieren pagar precios muy elevados, pero son audaces y desean probar mejores productos, saludables y especiales”.
Mireia González indicó que el mercado de lujo es otro interesado en la estrategia, porque puede acceder a un nuevo público; joven y fresco, interesado en sus productos, más como un fan que como un cliente tradicional, pero que hará una difusión de los mismos, especialmente a través de las redes sociales, consolidando el prestigio y su posicionamiento de marca líder en tendencias.
¿De dónde salió la tendencia?
Rent The Runway es una marca pionera, apareció en Estados Unidos en el año 2009 con una plataforma de alquiler de trajes para ocasiones especiales, donde las clientes podían rentar prendas de cerca de 39 marcas. En 2016 hubo un boom de nuevas opciones que funcionan básicamente como un paquete de Netflix, por determinado dinero mensual – ronda los 90 dólares- y se obtiene acceso a cuatro prendas al mes. Además, se asocian a redes de coworking para tener lugares físicos donde entregar las prendas.
Actualmente, este modelo de negocio está evolucionando y ofrece servicios a las marcas, es decir, ellas no tendrán que desarrollar su propio “renting” si no que lo harán a través de la plataforma. Compañías como Levi´s, J.Crew o Marquesa ya pertenecen a algunos catálogos.
La adaptación francesa Panoply
La industria de la moda en Francia es la más importante, está por delante de sectores como el automóvil y el turismo, no solo en el sector lujo, sino también en marcas medias, por lo que adentrarse en el mercado del alquiler de moda es una opción más que interesante para lograr beneficio y, de paso, colgarse en la etiqueta de la sostenibilidad.
Panoply es la adaptación de Rent The Runway, pero con el mercado francés y sus marcas nacionales como principal atractivo. Incluyen alquiler individual de prendas o paquetes por 70 euros al mes, apalancándose en contenidos editoriales sobre moda y tendencias, para poder mantenerse actualizados y -a la vez- sugerir vestuario para cada estilo o tema que se necesite.
“Bajo un concepto llamativo: ‘Un armario lleno de ropa que no se usa es parte del pasado’, esta empresa fue formada por un grupo de amigos provenientes del
mundo de la cooperación y las ONG. Podía considerarse que tenían una vida nómada y estaban cansados de tirar ropa que no usaban tras sus estancias profesionales en distintos lugares del mundo. Ahí vieron la oportunidad, pero quisieron ponerle un lado interesante, dándole a sus clientes la opción de obtener prendas alquiladas de muchas marcas españolas, la mayoría con valores sostenibles, generando un diferencial para lo que hoy desean los consumidores”, agregó Mireia González.
Para concluir, es interesante analizar los paquetes que combinan prendas y accesorios, que se envían al cliente previa selección de un estilista, el cual los elige en función de un exhaustivo perfil sobre los gustos y necesidades que se conocieron a través de un cuestionario. La organización fijó su ADN en la sostenibilidad y en la posibilidad de probar nuevas marcas locales, huyendo del consumo y posterior desperdicio de las prendas provenientes del fast-fashion. Todo un proceso que renueva la moda tradicional.